Sabemos que los ingleses se enamoran de Málaga. Imaginábamos los motivos, pero esta casa nos lo confirma. Erase una vez un inglés que se enamoró de Málaga. Vivía en París y era un hombre de mundo, pero lo encandilaron su luz, sus pueblos, su serranía… Se compró una casa. Y empezó otra vez: dejó París. Ahora viviría una vida más sencilla, más natural.