Decidido, me quedo aquí
Sabemos que los ingleses se enamoran de Málaga. Imaginábamos los motivos, pero esta casa nos lo confirma. Erase una vez un inglés que se enamoró de Málaga. Vivía en París y era un hombre de mundo, pero lo encandilaron su luz, sus pueblos, su serranía... Se compró una casa. Y empezó otra vez: dejó París. Ahora viviría una vida más sencilla, más natural.
Las vistas al mar no tienen precio
Cuando Cristina nos envió las fotos de su piso, lo definió como su casa soñada. La terraza con vistas al mar abierta al interior y su decoración de estilo actual matizada con telas muy cálidas nos conquistaron enseguida.
Esta casa es un milagro
Era casi una ruina. Tanto, que cuando volvieron a verla después de la reforma no se lo creían. Ahora toda la familia se siente cómoda en ella. Los milagros, en interiorismo, existen. Y esta casa es buena prueba de ello. En solo tres meses de obras pasó a ser casi una ruina a lo que es ahora: un refugio perfecto.